Edgar Núñez Jiménez
La poesía mexicana del siglo XX la inician tres escritores con poéticas particulares distintas; los une el mismo impulso de renovación lingüística que cada quien persigue de acuerdo a sus intereses y búsquedas, la prerrogativa sin embargo es la misma: alejarse paulatinamente del terreno minado que ha dejado el modernismo. Así, Enrique González Martínez, se aleja tímidamente del movimiento al componer un poema que desacraliza al cisne, imagen que el modernismo decimonónico resguardaba con celo; José Juan Tablada, en cambio, se sirve de expresiones extranjeras como la poesía oriental y las vanguardias europeas en tanto que Ramón López Velarde trabaja en una poesía más personal e íntima, arraigado al sentimiento provinciano y a los sentimientos cristianos en contraste al exotismo y cosmopolitismo de la corriente en boga. Estos tres escritores, dice María del Carmen Millán[1], representan el inicio del siglo y preparan, de algún modo, a las generaciones posteriores.
La vanguardia más radical llega
después, en la segunda década del nuevo siglo, liderados por un grupo de
jóvenes que deciden lanzar sus preocupaciones estéticas de una manera poco
común, a la que los intelectuales de la época no estaban acostumbrados. En las
paredes de la ciudad de México, junto a los carteles de corridas de toros y
funciones de teatro, fue fijado el primer manifiesto estridentista, en los
últimos días de diciembre de 1921. Aunque la aparición del manifiesto provoca
desconcierto en el panorama intelectual, Luis Mario Schneider[2]
insiste en que no puede hablarse de un movimiento sostenido, es más bien un
llamado a los intelectuales para que testimonien la trasformación vertiginosa
del mundo. Lo que debe destacarse es que este hecho iniciático da cuenta del
nombre de la nueva vanguardia y de su líder principal, Manuel Maples Arce;
además arroja destellos de lo que el movimiento explotará más adelante: el carácter
informal, la denuncia desenfadada, el lenguaje agresivo y contundente.
De los catorce puntos que Maples Arce expone
en el manifiesto, Schneider sostiene que el punto número siete es el más
importante de todo el contenido: allí Maples Arce dice no creer en ninguno de los
“ismos” existentes por lo que propone la síntesis de todas las tendencias
vanguardistas. Schneider, aclara, que los otros puntos enunciados en el
manifiesto no son sino ideas extraídas del futurismo italiano –al dar
importancia capital a los avances tecnológicos que la modernidad trae con ella–
y del ultraísmo español, movimiento fundando tres años antes. De allí que la
crítica considere al estridentismo como una “secuencia bastarda del futurismo
de Marinetti”[3]
aunque Maples Arce rechace con insistencia semejante idea. Por otro lado, el
punto siete defendido por Schneider como el más importante, no es sino una
modificación del presupuesto ultraísta donde se sostenía que la vanguardia
española intentaba ser una síntesis de todos los ismos en boga.
Pilar García Sedas es quien sostiene
que en 1920[4],
El universal ilustrado reproduce un
artículo de Antonio M. Cubero titulado “Literatura ultraísta”. El dato no deja
de ser relevante, no sólo porque Actual
No. 1 se publica un año después del artículo de Cubero, sino porque el
periódico dará cobijo, años más tarde, a la joven vanguardia estridentista.
Además, señala García Sedas, el ultraísmo utilizará a la ciudad como eje
vertebrador de una nueva estética; impronta que el estridentismo sabrá dirigir
hacia sus filas particulares. Sin embargo, se pecaría de presuntuoso creer que
la ciudad como elemento poético nace de la vanguardia española y no de la
tradición europea decimonónica. No sólo la poesía de Baudelaire o de Whitman
habían recurrido a la ciudad como elemento poético, sino también los novelistas
franceses como Balzac o Zolá y los españoles, iniciados por Pérez Galdós. De
allí que, Oscar Lebranc – uno de los primeros defensores de Maples Arce – diga
que el estridentismo no deviene del futurismo de Marinetti, sino de la rebeldía
del Rimbaud parisino[5].
La importancia, entonces, de Manuel Maples Arce radica en encarnar esa amplia
tradición e introducirla en México, para mostrar, en palabras de Schneider, la
falta de vitalidad y modernidad a la que había llegado la poesía. La insolencia
y lo iconoclasta, sirvieron a Maples Arce, para destruir simbólicamente a los
patriarcas de la literatura nacional y con ello trazar una línea que intentaba
liquidar el pasado inmediato.
No es sino hasta 1922, que el
estridentismo comienza a conformarse como grupo y a ganar terreno en el
panorama nacional. La difusión y recepción del movimiento se polariza en dos
grandes grupos que defienden con apasionamiento o detractan al nuevo
movimiento. En este ambiente hostilizado por la crítica, aparece el primer
libro de poesía de Manuel Maples Arce Andamios
interiores, con la que inaugura una temática nueva promoviendo un lenguaje
moderno y vanguardista. A finales de la década del veinte, El universal ilustrado publica dos artículos que vienen a ser las
primeras recepciones críticas que defienden el trabajo de Maples Arce: Rafael Heliodoro Valle
y Arqueles Vela se muestran comprensivos ante la nueva estética y la extrañeza
que representa la obra en el panorama nacional; las otras dos apreciaciones en
torno al libro, dice Schneider, son de autores escudados tras el anonimato y entienden
los poemas como una literatura banal; otros artículos encuentran en la obra
virtudes extraliterarias sin caer en apasionadas apologías.
El
universal ilustrado, se convierte también en ese año, en el órgano de
difusión más socorrido por los estridentistas para publicar todo lo que tenga
que ver con el movimiento. En sus páginas aparecerán, más adelante, poemas
estridentistas y notas imaginarias y humorísticas de los principales
integrantes. Bajo la dirección de Carlos Noriega Hope –quien simpatizará
enormemente con los integrantes del movimiento– el periódico se verá
transformado para dar cabida a los textos estridentistas: “La novela semanal”
se crea como un pequeño suplemento y allí se publica el 14 de diciembre de ese
año la novela La señorita Etcétera de
Arqueles Vela. Con este acontecimiento, la estética estridentista alcanza un
peldaño más en la literatura escrita en México y se va apartando de la improvisación
temprana para ganar espacios serios en un órgano de difusión de carácter
nacional. Para esos años, sugiere Schneider, el estridentismo va inscribiéndose
cada vez más en un plano social y político. “Ya no se trata de perseguir el
escandalo un tanto gratuito, con la idea de provocar reacciones que inquieten
el ambiente artístico, sino de buscar apoyo en el orden social como
justificación del quehacer creativo”[6]
El segundo manifiesto estridentista, Actual No. 2, recibe el año de 1923
distribuido en las paredes de Puebla. Germán List Arzubide se había adherido a
las filas estridentistas un año antes, quien dirigía desde Puebla Ser, revista de provincia
que a pesar de no estar influido por vanguardia alguna daba cobijo a las
tendencias de renovación literaria. Este nuevo manifiesto es más breve y resume
las ideas más importantes de los puntos expuestos en Actual No. 1: se busca sobre todo la exaltación a las máquinas, al
progreso, el testimonio de cómo la modernidad permea la vida de los individuos
con los nuevos alcances que la tecnología y la ciencia ofrecen. Busca un arte
que sea expresado sin las férreas leyes sintácticas y apela más bien al
desorden emotivo y lúdico del pensamiento.
Lo que hace distinto a este segundo
manifiesto del primero, es que en Actual
No. 2 se incluyen una colección de poemas de Pedro Echeverría, el primer
intelectual que acude al llamado del primer manifiesto. Por otro lado, se exhorta
exclusivamente a los jóvenes poblanos en un afán por consolidar el vínculo
extendido por List Arzubide y ganar
terreno entre los grupos intelectuales de otros estados. Por su parte, Maples
Arce no se contenta ya con destruir los sentimientos patrióticos nacionales
sino que ataca a personajes vinculados a la vida cultural y social de Puebla,
en particular a un grupo de profesores del Colegio del Estado de nacionalidad
española. La proclama, finaliza ya no con un extenso directorio de vanguardia,
sino con la firma de los principales integrantes del movimiento donde figuran Manuel
Maples Arce, Germán List Arzubide, Salvador Gallardo y M.N. Lira. La aparición
de este nuevo manifiesto es decisiva: da cuenta del impulso y la fuerza de la
nueva vanguardia a la cual hay que defender como única verdad: “Defender el
estridentismo es defender nuestra vergüenza intelectual” reza las últimas
líneas de Actual No. 2.
Ese mismo año sale a la luz Irradiador[7]
revista dirigida por Maples Arce y Fermín Revueltas de gran importancia
para el movimiento estridentista. Se trataba sin duda, de un proyecto a largo
plazo: el primer número publicado en el mes de septiembre, indica los costos de
una subscripción a la revista de seis números. Sin embargo, el alcance de Irradiador es breve y los dos meses
siguientes se publican únicamente dos números y la revista desaparece. Stephan
Baciu, advierte que en el primer número de Irradiador
se difunde el nacimiento de una nueva revista en Guatemala a cargo de Miguel
Ángel Asturias y David Vela. La intención primordial es que la escuela
estridentista tenga alcances mayores fuera del país, de allí la insistencia en
el segundo número de Irradiador de
publicar nuevamente la difusión de la hipotética revista ETC. La aventura estridentista en Centroamérica, se ignoran las
razones, no logró concretarse y el último número de noviembre de la revista
mexicana suprime el anuncio y en su lugar hace publicidad de otras cuestiones.
Por el mes de noviembre, cuando Irradiador [8]
desaparece, Germán List Arzubide publica Esquina el primer libro de poemas que corre a cargo de “Ediciones
del movimiento estridentista”. Aunque la recepción crítica fue escasa para esta
obra, Schneider señala que la originalidad de Arzubide radica en que sus poemas
tratan a la ciudad no solamente como presencia física, sino desde un aspecto sensorial,
ontológico, la incidencia que repercute en la existencia del individuo. Todos
los elementos de la urbe “configuran en la ciudad la vida del hombre
contemporáneo”[9].
En 1924, se lleva a cabo la primera
exposición del estridentismo en el Café Europa, ubicado en la Col. Roma, lugar
frecuentado por los integrantes de la vanguardia quienes eran clientes asiduos.
Ese lugar, sugiere Schneider, representaba mucho para los estridentistas ya que
allí se habían concebido ideas capitales como la gestación de una editorial y
la creación de Irradiador. No es
extraño entonces que años después Arqueles Vela inmortalizara dicho lugar en su
novela titulada El café de nadie.
En mayo de ese mismo año, El universal ilustrado publica un
artículo de Pablo González Casanova, titulado “Las metáforas de Arqueles Vela”.
Schneider sostiene que dicho análisis crítico es diferente a los anteriores, la
crítica –como ya se dijo– se encontraba desequilibrada debido a la
sobrestimación por los defensores estridentistas y la censura de quienes no
compartían las ideas de vanguardia. González Casanova logra entender las
novedades estridentistas al señalar que la tradición literaria está en
constante renovación; los movimientos al desligarse con la tradición encuentran
siempre detractores que censuran sus ideas. “Hasta la publicación de los
juicios de González Casanova no existía ningún trabajo con perspectiva
valorativa y menos aún procedente de un prestigiado filólogo”[10].
Maples Arce, antes de publicar Urbe, su tercer libro, decide escribir
artículos donde el desparpajo de los manifiestos sea tímidamente visible. Le
preocupa más dar a conocer los elementos que configuran su quehacer poético a
la vez que justifica también la originalidad de la vanguardia. En “Jazz-XY”
Maples Arce explica la musicalidad de la poesía estridentista; Schneider indica
que las estructuras de las ciudades y su ritmo de vida, la presencia industrial
y los nuevos artefactos que el avance tecnológico descubre, obligan a que el poeta de cobijo en su estética a esta
nueva presencia tonal. En “La sistematización de los movimientos literarios”
Maples Arce parte de que la belleza en
la obra de arte responde a momentos históricos y sociales específicos, de allí
que ante una nueva realidad los conceptos de arte sean también renovados a las
exigencias de las circunstancias. “Parte de la tarea radica en que a una nueva
expresión, a un nuevo concepto, tiene que corresponder necesariamente a una
nueva técnica de arte. De allí que también las formas con que se manifiesta una
literatura condicionen la relatividad de lo bello”[11].
En 1925, el estridentismo entra en un
relativo estancamiento y una leve crisis se resiente en el movimiento. Maples
Arce abandona la ciudad de México y se traslada a Xalapa, Veracruz, de donde volverá
a manifestarse. Esa transición que el líder del grupo realiza paraliza las
actividades proselitistas de la vanguardia. Kenneth C. Monahan[12]
explica que a inicios de ese año existía una fuerte expectativa, en los
círculos intelectuales, sobre qué pasaría con la vanguardia mexicana. Los
primeros meses de ese año, dice Monahan, surgieron varias polémicas en torno a
la situación actual de la literatura mexicana: como era de esperarse la estirpe
conservadora mantenía que el panorama era estéril. La vanguardia estridentista
aún se negaba a morir y el 12 de julio de ese año, en Zacatecas, –impelidos
quizá por el silencio que Maples Arce guardaba– un grupo conformado por
Salvador Gallardo, Guillermo Rubio, Adolfo Ávila Sánchez y Aldeguldo Martínez,
publican el tercer manifiesto estridentista. A decir de Schneider, esta nueva
proclama no aporta nada al movimiento es más bien una protesta lanzada
inspirada por los textos de Maples Arce y Arqueles Vela, su única importancia
radica en haberse expuesto en otro estado del país, dando cuenta de focos
activos de estridentistas en México y en hacer ruido en el momento más
silencioso de la vanguardia mexicana.
En el año siguiente, el estridentismo
recupera fuerzas desde el estado de Veracruz, Manuel Maples Arce se vuelve
Secretario General del gobernador Heriberto Jara y auspiciado por él, la
vanguardia estridentista impulsará diversas actividades en la capital del
estado. Al resurgimiento del estridentismo, Xalapa pasará a ser no solamente
Estridentópolis –una ciudad fundada por la estridencia – sino también el lugar
donde vendría a morir la vanguardia. “Desde abril de 1926 hasta mayo de 1927
salió la revista Horizonte, que
publicó simultáneamente El movimiento
estridentista de List Arzubide, El
café de nadie de Vela y Poemas
interdictos de Maples”[13]. Ese
mismo año se publica en Buenos Aires Índice
de la poesía hispanoamericana, con prólogo de Jorge Luis Borges, Vicente
Huidobro y Alberto Hidalgo; esta antología recoge poemas de Maples Arce y List
Arzubide como los representantes de la vanguardia en México. “Esta inclusión
indicó la importancia dada a los estridentistas por estos eminentes
sudamericanos”[14]
Para 1926, en Ciudad Victoria
Tamaulipas, el III Congreso Nacional de Estudiantes, concibe y publica el 4to y
último manifiesto estridentista. Esta nueva proclama no era sino una antología
de los textos más sobresalientes del movimiento; es el más extenso de todos los
manifiestos anteriores. Ofrece un último agregado donde da cuenta de la posible
construcción de una universidad estridentista, un teatro y la publicación de
los evangelios fundadores de la vanguardia mexicana. Es curioso que esta última
proclama finalice, augurando la decadencia del movimiento, que para el año
siguiente el estridentismo habría inventado la eternidad. Germán List Arzubide,
publica el último día de 1926, El
movimiento estridentista, un libro personal que relata la conformación del
movimiento, sus inicios, los alcances y sus tropiezos. “Fotografías, grabados,
reproducciones de cuadros, facsímiles de algunos manifiestos, programas de
exposiciones y anuncios, hacen que este libro sea único, una especie de Biblia
estética del estridentismo…”[15].
La publicación de List, para Schneider es vital e importante, con ella parece
empezar a darse por concluida las filas de la vanguardia y las fechas entre el Actual No. 1 y la publicación de El movimiento estridentista parecen
embonar perfectamente rematando un ciclo literario[16].
En 1927, año en que el gobierno de
Heriberto Jara es derrocado, Jhon Dos Passos visita México y se encuentra en
Xalapa con Manuel Maples Arce. De esta amistad, dice Schneider, surgirá la
traducción de Urbe al inglés por el
mismo Dos Passos, quien modificará levemente el título: Metrópolis. A pesar de que Schneider no encuentre en Urbe un adelanto técnico ni hallazgos ni
sorpresas como en la poética anterior de Maples, esta obra trasciende al ser el
primer libro mexicano traducido al inglés y el primero de toda la vanguardia
española.
Luis Leal, citado por Stephan Baciu,
afirma que los estridentistas no hicieron grandes obras pero si introdujeron
las nuevas tendencias vanguardistas. Carlton Beals, en cambio, sentenció que la
América hispánica ha vivido bajo tres influencias literarias: la de España, la
de Francia y la de los estridentistas de Xalapa. Estas posturas, afirman, una
vez más la polémica entre los grupos literarios que se acercaron o alejaron de
la vanguardia mexicana. Lo cierto es que el estridentismo supo sintetizar los
postulados de otras vanguardias en boga para poner en órbita a la poesía
mexicana de inicios del siglo XX.
La retirada violenta del estridentismo
de Xalapa y la liquidación de su impulso estético renovador, se debió en gran
parte por el derrocamiento de Jara; quien durante dos años protegió al grupo
estridentista de los ataques de una comitiva de estudiantes y otros grupos
reaccionarios que no simpatizaban con el movimiento y con las acciones que
Maples ejecutaba en los planos sociales y culturales. Schneider insiste en
mucho antes de la caída de Heriberto Jara, los estridentistas se estaban
preparando para concluir las filas vanguardistas; pero el hecho inmediato
apunta que todo fue provocado por los disturbios políticos de la época.
[1] María
del Carmen Millán (2009). Literatura
mexicana e hispanoamericana, Editorial Esfinge, México.
[2]
Luis Mario Schneider (1985). El
estridentismo México 1921-1927, Universidad Nacional Autónoma de México,
México
[3]
Luis Mario Schneider (1985). El
estridentismo México 1921-1927, Universidad Nacional Autónoma de México,
México, p. 12.
[4] GARCÍA-Sedas,
Pilar (2006). “Madrid ultraísta. Xalapa estridentista. La ciudad múltiple de
Humberto de Rivas” en Lars: cultura y ciudad, Nº. 5, 2006, p 35.
[5] LEBRANC,
Oscar (1981). “¿Qué opina usted del
estridentismo?” en La Palabra y el Hombre,
octubre-diciembre 1981, no. 40, p. 69.
[6]
Luis Mario Schneider, Óp. Cit. p 15.
[7]
En el trabajo de investigación El
estridentismo, México 1921-1927 Luis Mario Schneider dice que la revista Irradiador es imposible de conseguir y
que se encuentra perdida. Jorge Mojarro Romero en su artículo “Arqueles Vela,
el estridentismo y las estrategias de la vanguardia” explica que a finales de
los ochenta Stephan Baciu halló en la biblioteca de Jean Charlot los dos
primeros números. Mientras que Evodio Escalante encontraría los tres números en
la biblioteca de un nieto de Salvador Gallardo. En el presente trabajo de
investigación se anexarán los tres números de Irradiador en el apéndice para información de nuestros lectores.
[8]
Al desaparecer esta revista, dice Schneider, el único órgano de difusión que
les queda a los estridentistas es El
universal ilustrado, de allí presentarán a poetas extranjeros desconocidos
en el ambiente cultural de México.
[9]
Luis Mario Schneider, Óp. Cit. p 19.
[10]
Luis Mario Schneider, Óp. Cit. p 20.
[11]
Luis Mario Schneider, Óp. Cit. p 22.
[12] Kenneth
C. Monahan. (1981). “El apogeo del
movimiento estridentista” en La Palabra y
el Hombre, octubre-diciembre 1981, no. 40, p. 119.
[13] Ibídem,
120.
[14] Ibídem,
126.
[15] Luis
Mario Schneider, Óp. Cit. p 31.
[16]
Luis Mario Schneider no dice específicamente la fecha en que se publica el primer
manifiesto, sólo se sabe que sucedió “los últimos días de diciembre”. El libro
personal de List Arzubide ve la luz el 31 de diciembre de 1926.
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